
La mujer era sumamente delgada, casi escuálida y dormitaba como una bendita contra la ventanilla del 85.
Una frenada brusca la sobresaltó, agarrró tremendas bolsas, se paró desorientada y preguntó:
- ¿Ya pasamos la estación Floresta?
- Hace un par de paradas, señora - le contestó el chofer-
- Ah, que barbaridad. ¿Y para Sanabria, faltará mucho?
- Si todavía falta.
- Chofer, chofer esta es Juan B. Justo, no es cierto.
- NO es cierto , esta es Gaona.
- Entonces, me bajo acá.
(Contado por Grace Feijoo)
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