Cuando la realidad, supera a la ficción.Catarata de relatos breves. Nostalgia, disparate y acidez. Especial para lectores remolones.
domingo, 25 de octubre de 2009
CON NAFTA LINA
Aoche estuve en el cumple de Nora, sacaban fotos hasta de los mosquitos. Entonces con su esposo empezamos a hablar de cuando se escatimaban los flashes.
Tener una cámara de fotos, era algo bastante raro.
Generalmente se pedía prestada porque resultaban costosas. Y cuando veníamos de las vacaciones presumíamos con que habíamos sacado "como cinco rollos". Claro que los revelabamos de a uno y con tiempo. Asi que en el mes de junio mas o menos llegabamos a ver las copias del verano. Si alguno quería otra decía "encargame una de esta y otra de esta que te la pago". Revelar era muy caro.
Carlos decía que lo que mas guardaba eran las diapositivas que hace cuarenta años atrás se mandaban a revelar a Alemania y veinte días después volvían a la casa en un sobre con ganchitos.
Durante mucho tiempo saqué mis fotos con la cámara que mis viejos usaron en su luna de miel. Despues heredé de un amigo una "reflex" que solo sacaba hasta diez imágenes por rollo: pesaba casi un kilo y tenía estuche de cuero . Todavía la conservo como una reliquia .
Ya por entonces resultaba difícil conseguir el celuloide de manera tal que seleccionaba muy bien a que apuntaba. Y si alguien osaba no sonreir o entrecerraba los ojos, lo consideraba una ofensa "¡pastenaca me hiciste perder una foto!".
Cierto que hasta el maltrato era diferente . Nada de boludo, ni pelotudo, ni forro.
Se usaba mucho "cabeza de chorlito, alcornoque, melonazo, chitrulo, abombado y paparulo".
Una "yegua" era una minita de mala fama . Una "puta" ya un caso perdido.A los putos se conocían poco ,aunque había y se los llamaba "desviados". Las mujeres se levantaban en los bailes con un cabeceo; se "apretaba" en un zaguán y para señalar que algo era muy viejo se decía que era "de cuando el pedo se tiraba con honda".
En vez de boliches había "asaltos", que era cuando nos reuníamos en la casa de otro: las mujeres llevaban la comida, los varones las bebidas. Los bailes se hacían para carnavales, o las fechas patrias y en general eran " con grabaciones" porque las orquestas solo tocaban en los lugares importantes, a los muy duchos en la danza les deciamos: "revolea bien la taba o le saca viruta al piso". A mi me decían "tronco" porque bailaba como ahora: horrible. Pero volviendo a las fotos , en la casa de mis viejos todavía estan colgados los retratos de cuando eramos chicos.Los marcos son de yeso dorado y las tomas varias cabecitas en distintas poses.Como eran en blanco y negro, los fotógrafos de por entonces eran artistas del colorismo. Pintaban con un producto especial los cachetes de todo el mundo , así que los chicos de entonces eramos bastante rozagantes. La ropita por lo general se tonalizaba rosa o vede agua.
A mi me tocó un profesional daltónico que me tonalizó los ojos de un bonito tono celeste. Asi que siempre digo que con los años no solo te salen canas, sino que te cambia hasta el color de los ojos.
miércoles, 21 de octubre de 2009
NI FALA NI BELLA
Por raro designio del destino hoy tuve que ir a cambiar otra vez una prenda a la tienda de origen trasandino.
Como ya es habitual la simple tarea de cualquier lugar, aquí se torna en un verdadero desquicio.
La diferencia es que en esta oportunidad tenía el ticket de regalo, requisito indispensable para el cambio, pese a tener todos los demas talones de la tienda abrochados a la remera.
Hoy no me embroman, pensé. Así que primero me deslicé por entre los quichicientos percheros que interrumpen el libre transito hasta el segundo subsuelo, lugar de las prendas deportivas.
Con mis dones de detective, primero averigué cuánto salía la que llevaba y por ende busqué otra que sea del mismo valor, pero ya de otra marca y otro talle. Ya se sabe que cuando a uno le regalan una remera nunca la pegan con el talle, ni con el color.
Ahora si, habiendo resuelto el tema en veinte minutos - tres para elegir y dieciocho dando vueltas por las escaleras equivocadas y los percheros que osaban interrumpir el paso, fui a lo que llamo en confianza "Desatención al Cliente". Qué contrariedad, me indicaron que era en la planta baja, pero ya habían cerrado, asi que tuve que ir al primer piso. Como ningún cartel indica dónde queda, perdí otros diez minutos dando vueltas hasta descubrirlo en una esquina muy bien disimulado. Bueno eso creen, porque había una cola de veinte personas para hacer el trámite. Me llamó la atención la pasividad de la gente, para ellos eso era muy normal. Evidentemente el exaltado en estos casos soy yo solo. Igual no me importa.
Cuarenta minutos después se repitió la escena de siempre y que termina igual.
Yo:-Quiero cambiar esta remera, por una que es del mismo precio.
Empleada:- ¿Número de documento?.
Yo:-NO se lo voy a dar solo quiero cambiar la remera.
Empleada:-Lo necesito para la tarjeta.
Yo:-¿Qué tarjeta? Mire solo quiero cambiar la remera.
Empleada:- En esta tarjeta plástica magnética le cargo el importe del cambio para que vaya a hacer la cola en la caja . Si el importe es igual la tarjeta queda vacía, si es menor paga la diferencia , si le queda saldo es para que lo use en otra oprtunidad.
Yo:-No tengo intenciones de volver por favor quiero cambiar la remera. El número de documento no se lo doy porque no pienso comprar el edificio.
Empleada: -tras consultas varias- Su nombre señor.
YO:-Ni nombre ni documento, déjense de tanta vuelta cambio trapo por trapo y punto.
Empleada:-¿Puede firmar el ticket?
YO:-Primero el documento, después el nombre y ahora que le firme, pero ustedes estan borrachos? ¡YO solo quiero cambiar la remera!.
Empleada:- Necesito que firme el ticket.
YO:- Entonces lo firmo como quiero.
Y fue asi que me salí del sector Desatención al Cliente con un ticket sin firma y una tarjeta magnética.
Las cajas desbordaban de gente, así que empecé a recorrer los pisos hasta encontrar una mas o menos libre en el segundo subsuelo.
YO:- Señorita cambio por esta remera.
Empleada:- ¿Número de documento?.
Yo:- Mire señorita, ya me lo pidieron arriba y no lo di aca tampoco. ¡Es solo un cambio de remera!.
Empleada:-Nombre?
Yo:- Déjense de embromar!!!!. Quiero llevarme la remera!!!!! quiero la remera!!!!
Empleada:- Firme aquí.
Yo:- ¡Bueno le firmo como quiero! y me voy , entiende me quiero ir!!!!!!.(entonces con letras de imprenta: PINOCHET).
Agarré la bolsa y empece a correr.
La empleada me seguía.
-Señor, seeñooorrrr. ¡Se olvida la tarjeta magnética para su otra visita!
-¡Déjela! O mejor... ¡Métasela en la Caja!.
lunes, 12 de octubre de 2009
AL PAN , PAN Y A LOS 50 ¡pam pam!
El sábado llovía a cántaros. Esa noche nuestra amiga hacía una fiesta para celebrar sus 50 años. La reunión era en un suburbio de Avellaneda, decía que se trataba de un salón para fiestas muy lindo.
Salimos de Flores en subte, las calles ya estaban inundándose. Cuando bajamos en la estación Lima la cortina de agua hacía imposible la visión. Esperamos media hora bajo un techo con goteras, el paraguas no cubría nada. Avanzamos hacia la avenida Belgrano con notable dificultad, cruzar las calles era un verdadero desafío.
Finalmente tomamos el colectivo 98. Los pantalones mojados hasta la rodilla,los zapatos como barcazas hundidas. Nos pasamos dos cuadras y caminamos otras cinco.
Finalmente llegamos al salón.
El timbre del lugar estaba cubierto con una cinta adhesiva, golpeamos y nos abrió una chica gordita con voz de barítono.
Finalmente estábamos adentro,el ágape estaba por comenzar, ya eramos casi diez.
Con cuatro mesas chicas, habían armado cuatro mesas grandes, por cada mesa grande dieciseis patas todas con su correspondiente mantel de nylon. En nuestra mesa habia ocho mujeres,o sea dieciseis tetas. Todo estaba perfectamente calculado.
El centro de mesa parecía un florero del que salían palitos con objetos en la punta.
No había mucha luz. En la mesa de brindis estaba la torta con dos tortitas.
En la mesa eramos diez personas y finalmente trajeron una cerveza.
La cumpleañera, hizo su entrada triunfal de la mano de su esposo: aplausos, besos, baile. De comer ni hablar.
Finalmente la empanada hizo su deseada aparición y del mismo modo desapareció entre mis fauces con la afirmacion de Jorge "parece que no quemaba". La segunda empanada nunca llegó para comprobar su temperatura.
Ameritaba una cerveza."¿De que marca?" preguntó la camarera; en verdad no importaba cualquiera daba igual pero pedimos una marca: había Quilmes.
Jogre esperaba los cubiertos pero decidimos agarrar con la mano la pizza.
La segunda pizza tambien era de muzza, la tercera igual pero tenía pedacitos de aceitunas negras (cuando las mordí me di cuentan de que eran trocitos de carozo), la cuarta también. La masa muy rica.
Despues una rubia cantora adyudo a la indigestión con un par de melódicos. Jorge se paró justo cuando pedía alguien de público , el saludó entre aplausos pero su destino no era la pista, asi que en medio de una ovación entró al baño.
Afuera seguía lloviendo y no había ningún restaurante cercano que nos tentara.
Despues bailamos. Al rato bailamos de nuevo. Finalmente volvimos a bailar.
El show de disfraces hizo las delicias de los invitados: a la cumpleañera le tocó el traperío de Shakira y a mi la bata roja de Sandro. Los dos ganamos por una nimiedad.
Ahora si, le llegaba el turno a la pizza sin muzza y sin aceitunas.
Las gaseosas las tomabamos muy rápido por temor a que se enfriaran.
El video en el televisor que estaba sobre nuestras cabezas, fue el sentido homenaje a cincuenta años de vida. Las lágrimas rodaban por las mejillas de algunos invitados, otros masticabamos los bordes de la pizza esperando el pollo que nunca vino.
Luego las fotos con los grupos; a nosotros nos tocó una entre el televisor y el perchero donde la gente dejaba sus abrigos, un ricón intimista.
Bien adentrada la madrugada la cumpleañera apagó la vela. Emotivo brindis.
De la mesa dulce desparecieron las dos tortitas, pero en cada mesa dispusieron un cañoncito de grasa relleno con poco dulce para cada uno. La feta de la torta principal fue dejada de lado porque ya era hora de retirarse: la tomenta estaba amainando. Gracias a Dios no nos olvidamos los suir, digo los souvenir; un tubito de ensayo con sal gruesa coloreada de lila y un alambre que lo atajaba, útil e inspirador. Al otro día era domingo, y como siempre empiezo a desear los ricores de la fiesta de la noche anterior. Pero por rara excepción éste no fue el caso.
Un mes después charlando con Mirta, una amiga en común me entero que están preparando una comida en la casa para mostrar el video de los cincuenta. Gracias a Dios ya saqué pasajes a Jamaica, vía Quilmes, asi que si me buscan no me van a encontar.
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